Mi antología,
patética cual sonata,
enmudeció en favor
de tus palabras.
He pasado mucho tiempo
hasta comprender,
la cicatriz que mella
el pecho del inapropiado.
No perdoné
hasta creerme solo en el infierno,
si hoy te dejas caer,
nunca llegaré a conocer el cielo.
Prefiero dormir
a tener dulces sueños,
mojarme en la lluvia,
lejos de los truenos.
Descubrir sediento
un fecundo pantano,
morirme de soledad
en un desierto lejano.
No brillan los ojos ya
ni la luna redonda;
perfuman un jardín
que ha olvidado su aroma.